jueves, 27 de agosto de 2009

Nuevos estudios sobre Aborto y Salud Mental de la madre


Un nuevo estudio publicado en el Journal of Psychiatric Research descubrió que las mujeres que se han efectuado abortos están en una situación mayor riesgo respecto a varios trastornos de salud mental[1].
El estudio, dirigido por Priscilla Coleman, de la Bowling Green State University, utilizó datos extraídos de una evaluación sobre salud mental, representativa a nivel nacional, dirigida por la Universidad de Michigan. A una submuestra de 5.877 mujeres se le preguntó sobre su historial abortivo, experiencias de vida estresantes y otros factores potenciales de riesgo respecto a trastornos de salud mental.
Los investigadores estudiaron 15 diferentes problemas de salud mental, los que incluían trastornos por ansiedad (pánico, ataques de pánico, agorafobia y trastornos por estrés post-traumático), trastornos de ánimo (trastorno bipolar, manía y depresión severa) y trastornos por abuso de sustancias (uso y dependencia de alcohol y drogas).
Los investigadores informaron que, de acuerdo a sus hallazgos, «para cada trastorno, el grupo abortivo tuvo una frecuencia más elevado que fue estadísticamente significativa». Luego de remover otros factores, ellos descubrieron que el aborto «contribuyó significativamente» en 12 de los 15 trastornos estudiados. Solamente la manía y el uso de alcohol y drogas sin adicción no fueron significativos al ser asociados con el aborto.
Sobre todo, los trastornos mentales entre mujeres que se han efectuado abortos fueron un 17% más elevados que entre las mujeres que no se habían efectuado abortos. Cuando los investigadores observaron los trastornos específicos, el índice incrementado entre las mujeres que habían abortado se ubicó en un rango 44% más elevado respecto a los ataques de pánico y 167% más elevado respecto al trastorno bipolar.

El Aborto aumenta los riesgos más que otros traumas
Las mujeres que habían abortado fueron también más propensas a informar un historial de abuso sexual y de haber experimentado circunstancias estresantes en su edad adulta, tales como malpartos, violencia física o de padecer un accidental que puso su vida en peligro. Los investigadores notaron que las mujeres que experimentan violencia doméstica están más dispuestas a abortar, comparadas con las mujeres que no están viviendo situaciones de violencia.
Pero los investigadores también descubrieron que el aborto era más propenso a provocar problemas de salud mental entre las mujeres, más que un historial de otros traumas tales como abuso sexual en la niñez, violación, violencia física o abandono.
Ellos informaron que «lo que es más notable es que el aborto contribuyó con efectos significativos independientes a numerosos problemas de salud mental, por encima y más allá de una variedad de otras experiencias traumatizantes y estresantes».
Los partidarios del aborto y algunos investigadores han argumentado que el aumento en los problemas de salud mental entre las mujeres que se han efectuado abortos está causado por traumas previos o por problemas de salud mental pre-existentes entre las mujeres que han abortado. Este estudio encontró además, tal como lo hicieron los hallazgos de un estudio de 2005 de Nueva Zelanda, que inclusive después de controlar sus problemas de salud mental, las mujeres que habían abortado estuvieron más propensas a experiencia luego depresión, trastornos de ansiedad, abuso de sustancias y pensamientos suicidas[2].

Más evidencia de traumas por aborto
Una investigación previa ha vinculado el aborto a un aumento en los problemas de salud mental tales como el suicidio, la depresión, el abuso de sustancias, ansiedad, trastornos para dormir, síntomas de estrés post-traumático y otros problemas. Pero éste es el primer estudio para identificar vínculos entre el aborto y la agorafobia, ataques de pánico y trastornos de pánico.
Los hallazgos son especialmente preocupantes a la luz de otra investigación y evidencia anecdótica, la que sugiere que muchas mujeres y adolescentes sufren abortos no deseados, a causa de presión, desinformación, falta de apoyo, coerción o violencia. De acuerdo a una evaluación, el 64% de las mujeres estadounidenses que se sometieron a abortos dijeron que se sintieron presionadas a hacerlo por otros, mientras que más del 80% informó que no recibieron adecuado asesoramiento con antelación, y más de la mitad dijo que ellas se sintieron violentadas o inseguras antes del aborto[3].
Además, otra evaluación descubrió que el 95% de las mujeres dijeron que ellas querían estar informadas de todos los riesgos, antes de someterse a un procedimiento elegido, tal como es el aborto [4]. Desafortunadamente, mucha asesoría pre-aborto –cuando se ofrece- da a las mujeres y a sus cónyuges o familias información falaz o inadecuada, en orden a tranquilizarlas o convencerlas sobre el aborto, más que ayudar a las mujeres a encontrar la mejor solución para ella y para su bebé nonato.
Este estudio agrega más evidencia a la necesidad de contar con ayuda significativa y alternativas al aborto, como también a un mecanismo para detener los negocios del aborto expuestos a fallas, al ocultar la coerción y otros factores conocidos que ponen a las mujeres y a las adolescentes en riesgo, al provocar trastornos de salud mental después de efectuarse un aborto.

Otro estudio afirma que el aborto no proporciona beneficios a la salud mental de las mujeres, incluso cuando el embarazo no es deseado
Otro estudio (enlace al resumen; el artículo completo requiere suscripción) dirigido por un investigador pro-choice de Nueva Zelanda y publicado en el British Journal of Psychiatry [5] concluye que el aborto no proporciona beneficios a la salud mental de los mujeres e incrementa las probabilidades que ellas desarrollen trastornos en su salud mental
El estudio, que descubrió que las mujeres estuvieron un 30% más propensas a experimentar trastornos en la salud mental luego de abortar, más que los que se produjeron en las que llevaron sus embarazos a término, podría tener serias implicancias para la legalización del aborto en algunos países.
Los resultados provinieron de una evaluación continua que rastrearon mujeres en el área Christchurch de Nueva Zelanda, desde el nacimiento hasta los 30 años. Se interrogó a una sub-muestra de casi 530 mujeres sobre su historial de embarazos y lo que produjo a su salud mental, preguntando inclusive si el embarazo fue o no querido, y su reacción inicial al embarazo en ese momento.
Los investigadores compararon a las mujeres que habían dado a luz, habían tenido un mal parto o habían efectuado un aborto. Descubrieron que, después de controlar otras variables que pudiera influir en el resultado, el aborto estaba asociado con un consiguiente aumento de una variedad de trastornos en la salud mental, incluyendo la adicción al alcohol y a las drogas, pensamientos suicidas, trastornos de ansiedad y depresión grave. Contrario a ello, dar a luz o tener un mal parto no estuvieron "relacionados consistentemente" con un aumento en los problemas de salud mental.
Lo que es más notable es que el estudio encontró que las mujeres que continuaron con un embarazo no querido o a destiempo no experimentaron un aumento significativo en problemas de salud mental. Esto desafía a los argumentos pro-abortistas en cuanto a que el aborto es mejor para las mujeres que llevar a término un embarazo "no-deseado".
"En general, no hay evidencia en la literatura sobre aborto y salud mental que sugiera que el aborto reduce los riesgos para la salud mental del embarazo no-deseado o a destiempo", escribieron los autores. "Aunque algunos estudios han llegado a la conclusión que el aborto tiene efectos neutrales sobre la salud mental, ningún estudio ha informado que recurrir al aborto reduce los riesgos en la salud mental".
Aún cuando los investigadores señalaron que sus hallazgos eran limitados, pues se basaban en el pequeño número de participantes que habían dado a luz continuando un embarazo "no-deseado", dijeron que sus hallazgos no respaldaban el argumento que el aborto de un embarazo no-deseado beneficia a las mujeres.
Su conclusión es que "no hay nada en este estudio que sugiera que la terminación del embarazo estuvo asociada con riesgos menores en los problemas de salud mental que el nacimiento que es producto de un embarazo no-deseado".

Desafiando el Status Quo
En un artículo previo publicado en el año 2005, los autores fueron críticos de la afirmación de la Asociación Psicológica Americana que el aborto no plantea riesgos para la salud mental de las mujeres(2). De hecho, el autor principal, el profesor David Fergusson, quien se describe como pro-choice, ha sido un crítico abierto de la APA y ha reclamado más investigación respecto a la seguridad del aborto.
En los comienzos de este año, Fergusson publicó un editorial respaldando la postura del Royal College of Pyschiatists de Psiquiatras en el Reino Unido, en el que afirmaba que la evidencia sugiere que el aborto puede aumentar los problemas para la salud mental para algunas mujeres. También criticó un informe dado a conocer en agosto por la APA, que rechazó la investigación post-aborto y afirmaba que el aborto es generalmente seguro para las mujeres.

Las implicaciones legales
El equipo de investigación fue precavido respecto a sus hallazgos, diciendo que los resultados parecen llevar a "una postura a mitad de camino” respecto al hecho que, para algunas mujeres, el aborto es más propenso a ser un evento estresante y traumático que sitúa a las expuestas al aborto a un riesgo modestamente incrementado de un rango de problemas comunes en la salud mental.
Pero ellos también señalaron que sus hallazgos podrían tener en algunos países un impacto en el status legal del aborto. Por ejemplo, la ley británica sólo permite el aborto cuando los riesgos de daño físico y psicológico por continuar un aborto son mayores que si se aborta el embarazo. Y en Nueva Zelanda, más del 90% de los abortos se llevan a cabo en el marco de un supuesto legal que sólo permite el aborto cuando "la continuación del embarazo podría resultar en un peligro serio (no al ser un peligro que normalmente acompaña al parto) para la vida o para la salud física o mental de la mujer o de la joven".
Tal como advirtieron los investigadores, “esta evidencia plantea con claridad un desafío al uso de la razón psiquiátrica para justificar el aborto” en países donde el aborto sólo puede efectuarse cuando hay evidencia que el embarazo significa un riesgo para la salud mental de la mujer.
Además, la evidencia que inclusive un pequeño grupo de mujeres podría estar en riesgo para los proveedores de salud mental luego de un aborto está llevando a algunos expertos –tanto pro-vida como pro-choice- a reclamar mejor capacitación y conciencia sobre temas post-aborto entre los profesionales de salud mental, quienes pueden estar en posición de ayudar a quienes luchan luego de un aborto. La Dra. Patricia Casey, de Irlanda, al escribir un artículo en las páginas del British Medical Journal, advirtió que «los hallazgos de este estudio provocarán controversia, pero no deben ser oscurecidos por la ideología. Más bien, la focalización debería dirigirse a identificar grupos de mujeres vulnerables y proporcionar un tratamiento óptimo para ellas…».
Además, incluso un pequeño incremento en los problemas de salud mental entre algunas mujeres que habían abortado señala la necesidad para los proveedores de salud de resguardar a mujeres y niñas de coerciones y otros conocidos factores estadísticamente válidos que las ponen en situación de riesgo por problemas de salud mental luego de un aborto. Tal resguardo ayudaría a poner fin a abortos que no son deseados, inseguros e innecesarios y ayudaría a proteger los derechos de las mujeres y de sus hijos no-nacidos.
Traducción del original del inglés: José Arturo Quarracino - josequarracino@yahoo.com
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[1] Coleman, PK et. al., "Induced abortion and anxiety, mood, and substance abuse disorders: Isolating the effects of abortion in the national morbidity survey," Journal of Psychiatric Research (2008), doi:10.1016/j.jpsychires.2008.10.009.
[2] Fergusson, DM et. al., “Abortion in young women and subsequent mental health,” Journal of Child Psychology and Psychiatry (2006) 47(1): 16-24.
[3] Rue, VM et. al., “Induced abortion and traumatic stress: A preliminary comparison of American and Russian women,” Medical Science Monitor (2004) 10(10): SR5-16.
[4] Coleman, PK et. al., “Women’s preferences for information and complication seriousness ratings related to elective medical procedures,” Journal of Medical Ethics, 32:435-438 (2006).
[5] Fergusson, DM et. al., "Abortion and mental health disorders: evidence from a 30-year-longitudinal study," The British Journal of Psychiatry (2008), 193: 444-451.

sábado, 15 de agosto de 2009

El aborto obligatorio de Caamaño


Los defensores del aborto libre no suelen enseñar todas sus cartas. Hasta hace poco su estrategia era pedir por la vía legal menos de lo que querían (aborto en casos extremos), para llegar luego por la vía de hecho lo que de verdad buscaban (aborto en todos los casos). Ahora, para cambiar una ley juegan a lo contrario: piden más de lo que pueden conseguir (aborto libre para las niñas y obligación de todo médico de realizar abortos) para lograr al menos el aborto libre en determinados plazos. Es la llamada jugada de la cabra.
Quizá la propuesta del ministro Caamaño de impedir la objeción de conciencia a los médicos ha sido la estrategia más excéntrica que se les ha ocurrido. Y aunque sea sólo una táctica, refleja que tipo de persona vela por la Justicia desde el Ministerio.
Si Caamaño lograra que todos los médicos abortaran, ningún facultativo criticaría la política abortista. Y los que no quisieran, aprenderían qué significa una reubicación profesional.
He recordado, con motivo de este comentario, dos libros que expresan algunas consecuencias de obligar a actuar contra la propia conciencia. En “Ébano”, de Ryszard Kapuscinski, al narrar el genocidio de Ruanda, cuenta que los líderes de las matanzas se propusieron que todos los ciudadanos se implicaran en los asesinatos. Así no habría nadie inocente capaz de echar nada en cara a nadie cuando todo terminara. El otro libro es “Si esto es un hombre”, de Primo Levi, químico judío italiano que sufrió las torturas de los campos de exterminio nazis, en el que comenta la retorcida intención con que los dirigentes de los campos encargaban a algunos judíos tareas de control y de castigo de los demás prisioneros. Si no querían desempeñar esa tarea sabían que posiblemente tendrían el mismo mal trato que todos y por tanto mayores posibilidades de morir.
“Yo curo, no mato. Si quieres matar a un ser humano de pocos meses, a mí no me impliques” es lo que cualquier profesional sanitario podría responder, con la ley en la mano, al Ministro de Justicia.