jueves, 31 de diciembre de 2009

Dejar 2009 con una sonrisa


A pesar de que haya cosas, y no pequeñas, que no van bien e incluso que van mal o muy mal en el mundo y en cada uno de nosotros, hay motivos de sobra para dejar 2009 con una sonrisa.
Decía Miguel Hernández en sus “Nanas de la Cebolla” compuesta en la cárcel para su hijo: Ríete niño, que te traigo la luna cuando es preciso. Tu risa me hace libre, me pone alas. (…) Es tu risa la espada más victoriosa, (…) ríete siempre. (…) Siempre en la cuna defendiendo la risa pluma por pluma.
Si eso logra la alegría de un niño, sabemos que hará la alegría del Niño Dios “¡El gozo del Señor es nuestra fortaleza!” (dice el Espíritu Santo en el libro de Nehemías)

Si al mirar 2009 ves todo negro, ¡Cómprate unas gafas nuevas! Es como si una madre o un padre sólo contaran las penas de su trabajo, familia, amigos... se harían insoportables.

Hay que sonreír. No basta con tener motivos de sobra para la alegría interior. Es importante que también se trasluzca en el rostro. Serrat elogiaba en una de sus canciones al que se sonrió con razón, como lo hacen los bobos sin ella. Al recordar a Juan Pablo II, el que fuera su portavoz decía: “El buen humor a los dieciocho o veinte años es una obligación biológica; a los cuarenta o cuarenta y cinco, ya requiere un cierto esfuerzo de la voluntad; a los setenta años, mantener el buen humor es un acto de virtud. Cuando esa actitud es sostenida hasta la muerte, con voluntad de olvidarse de la carga de pesadumbre y deterioro físico que nos van dejando los años, se trata de un auténtico milagro” Aquí está la cita completa.

Además, la risa puede ser contagiosa
¡Feliz año 2010!:

domingo, 27 de diciembre de 2009

Aprender a querer


A todo se aprende, también a querer. Hace tiempo quería subir algunos cortes de una película y el respiro de la Navidad, la fiesta de hoy me lo brindan. Además, aunque ya la tenía, un pariente nos lo ha regalado por Navidad a todos sus familares cercanos. La película es Prueba de Fuego y cuenta la historia de Caleb y Catherine. Él es un joven bombero que, tras una valiente acción se convierte en un héroe para la ciudad. Ella trabaja de relaciones públicas de un hospital. Pasan por una grave crisis matrimonial que parece llevar irremediablemente al divorcio. En estos videos se recogen escenas sobre los consejos que el padre del protagonista le da a Caleb para salvar su matrimonio y cómo éste los pone en práctica, ejercitando la paciencia, con humildad.

El film tuvo un sorprendente éxito, señal de que toca un tema que interesa, en una época en que muchos matrimonios fracasan: con un presupuesto de medio millón de dólares, se puso en su primera semana en el 4º puesto de películas más vistas en USA recaudando 6,5 millones, Está producida por Sherwood Pictures, una pequeña compañía ligada a la Iglesia Baptista de Sherwood en Albany (Georgia), aunque su mensaje es netamente cristiano, compartido perfectamente por católicos u ortodoxos

Una de las cosas interesantes que se concluyen al ver Prueba de Fuego es que quererse es un aprendizaje del que no se puede abdicar. Como en una carrera, puede haber suspensos, absentismo, malas temporadas, etc., pero no se puede tirar la toalla sin consecuencias lamentables. Una virtud refleja bien el amor en esta película es la paciencia. Frente a las prisas por acabar con las crisis con medidas como el llamado divorcio express, saber esperar permite actuar al Señor de la Historia ("suyo es el tiempo y la eternidad", recuerda la liturgia de la Iglesia). Otra lección esencial en este aprendizaje, consecuencia del anterior es el perdón, algo que nos asemeja especialmente a Dios. Y por último lugar, unida a las dos virtudes, la naturalidad: tener paciencia y perdonar, como quién hace lo que toca sin ponerse medallas, sin victimismos y con alegría. Hasta a "ser naturales" aprenden Catherine y Caleb en Prueba de Fuego.

Que tengáis un feliz día de la Sagrada Familia...

martes, 22 de diciembre de 2009

¿Existe el amor sin compromiso?


Un amigo nos ha felicitado estas fiestas a sus familiares y conocidos con un pequeño relato sobre cosas de las que se hablaron en la cena de Navidad de su empresa. Creo que su valoración da en el clavo de uno de los problemas de nuestra sociedad. Que lo aprovechéis:

En la mesa estábamos ocho: dos creativos de una agencia de publicidad, dos fotógrafos, una maquilladora, dos de mi equipo y yo. Hablamos de muchas cosas interesantes: el mundo de la publicidad y de la fotografía artística, las nuevas tecnologías móviles... Pero de pronto, no sé muy bien por qué, nos sorprendimos hablando de algo mucho más vital y cercano: las relaciones de pareja, el matrimonio, si casarse o no, los convencionalismos sociales...

Claramente había una tesis dominante: el matrimonio es algo caduco, ya superado. Lo maduro es estar con una persona (y vivir juntos, claro está) sin ningún compromiso.
Mientras la relación de pareja sea enriquecedora y no suponga tener que aceptar imposiciones en contra de mis intereses personales, la cosa funciona y va bien. Ahora, ¿a mí quién me garantiza que el “amor” a la otra persona va a durar siempre? “Siempre” es una palabra desterrada del vocabulario social. ¡Ah! Y se añadió que, aunque pareciera mentira, aún quedaban algunas personas radicales e intolerantes, aferradas a viejas tradiciones religiosas, que querían imponer un modelo diferente.
Me di cuenta de que identificaban el matrimonio con una formalidad legal, con una firma, con un pasar por la ventanilla burocrática de la ley para obtener el permiso de tener relaciones sexuales o hijos con “honorabilidad social”, dentro de la legalidad. Para ellos, los que casan son el juez o el cura, y convertirse en esposos depende de la inscripción en el registro civil y de la fiesta que acompaña a ese acto Legal. “La autenticidad del amor no necesita de un papel”, comentaban...

Para entender mejor la situación debo decir que tres de los comensales estaban viviendo en pareja sin estar casados; los dos fotógrafos (chico y chica) estaban viviendo juntos y él estaba divorciado; otra se acababa de casar (por la Iglesia) después de haber vivido con su novio durante dos años. Sólo había una persona muy joven que aún no se había planteado nada, y yo, que por un momento me sentí el “raro” de la reunión.

Ante tal panorama, mi primera reacción fue de pereza infinita, pensando que para exponer mi punto de vista, previamente etiquetado de rancio y claramente contrario al criterio unánime de la concurrencia, debía remontarme a los fundamentos básicos de la antropología. Pero en seguida pensé que no sería honesto conmigo mismo y con los demás si no aprovechase esa oportunidad para mostrar una forma de vivir que yo considero más plena, más bella y más feliz. Así que dije que no estaba de acuerdo con algunas cosas que se habían dicho, y entré a explicar, quizá con torpeza pero con convicción, en qué consiste el matrimonio natural; que el amor entre un hombre y una mujer tiene por naturaleza dos notas intrínsecas, que son “te quiero sólo a ti y para siempre”, es decir, la exclusividad y la vocación de perpetuidad. Lo de menos es la parafernalia exterior del bodorrio y lo importante es el “sí sin condiciones” que origina un pacto, a partir del cual los amantes pasan a ser esposos. Que había que distinguir el estado de enamoramiento del amor, en el que interviene no sólo el sentimiento sino también la voluntad, la decisión de entregarse a la otra persona y de quererla con sus defectos, aunque se pusiera gordito o con depresión... Hice lo que pude. Reconozco que algunos me miraban con cara de sorpresa, otros de asombro positivo, pero todos con respeto. En una cultura como la nuestra, donde se aceptan muchas fórmulas sexuales diferentes, en especial la unión temporal de la pareja, hablar del “para siempre” y de la exclusividad en el amor, puede parecer de otra época. Por eso me parece fundamental tenerlo claro y entender a fondo las razones de por qué esto es así. Y esto es así no porque lo diga la Iglesia, sino que la Iglesia lo dice porque es así, porque forma parte del “ADN humano”.

En su libro Los cuatro amores, C.S. Lewis expresa la exclusividad de una forma muy clara. Cuando un hombre y una mujer se enamoran y se reconocen mutuamente en esta situación, queda sobreentendido un pacto. Y es que los sentimientos que tienen el uno por el otro son excluyentes, no se pueden tener hacia nadie más. En los demás tipos de amor, como en la amistad, la exclusividad no está presente. Más bien al contrario: a una persona normal le alegra que sus amigos sean amigos entre sí. El enamoramiento correspondido crea un pacto y cuando ese pacto se formaliza, cuando los amantes se comprometen a compartir todo, nace una nueva realidad, que es el matrimonio, el hogar. El amor es entrega. Y la entrega ha de ser radical, sin condiciones, no admite cláusulas de temporalidad, restricciones ni reservas. Porque si hay condiciones a priori (“mientras dure...”) ya no es un amor pleno. Es un amor de segunda. Sólo el amor exclusivo y para siempre es un amor total, y sólo el amor total llena de verdad a la persona. Es más, el que sea contigo para siempre” es la única manera de que resulte “contigo pan y cebolla”, y aguante los chaparrones que inevitablemente vendrán.

En palabras de un antropólogo amigo mío, “prometer, comprometerse, significa incluir el futuro en el amor presente. El sí de los esposos es un compromiso y una expresión de libertad radical, que dota de sentido vocacional la propia vida” ¡Casi nada!
¡Ya!, pero ¿y si fracasa? Hay que contar con los fracasos, pero no se debe plantear el matrimonio desde los fracasos, sino desde su triunfo. Precisamente porque las dificultadas son frecuentes es por lo que se necesita tanto énfasis en el ideal; lo contrario es resignarse a ocupar de entrada el papel de perdedor ¡Es tanto lo que se gana que merece la pena apostar enserio!

Finalmente, la exclusividad y la perpetuidad vienen dadas también por las consecuencias de la unión conyugal, que son los hijos. El amor de los esposos se despliega de modo natural en la familia. Cada persona hemos nacido en un hogar, es decir, en un lugar acogedor, donde nos han recogido y cuidado. Se nos alimenta, se nos educa y se nos trata con cariño porque se nos quiere por nosotros mismos, no por lo que aportamos. Quien no haya tenido experiencia propia de lo que es una familia que ha cuajado como tal, de una familia que ha llegado a su plenitud, donde el amor es una realidad, no puede hacerse una idea de la calidad de este bien y dé hasta qué punto tiene que ver con la felicidad humana.

Supongo que no será una casualidad que Dios haya dispuesto que su Hijo amado viniera a la Tierra en el seno de una familia muy especial, donde el amor lo llena todo y donde no hay lugar para egoísmos. Es la familia del sí (con mayúscula), modelo a imitar por todos nosotros.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Para acabar con el aborto voluntario, hagámoslo obligatorio


Dicen que la nueva ley del aborto no obliga a abortar a nadie: aborta quien quiere. También dicen sus promotores que esta nueva ley quiere reducir el número de abortos.

Sin embargo el derecho al aborto tiene bastantes facetas de “aborto obligatorio”. Es siempre obligatorio para el feto, al que no se le deja decir “esta boca es mía”. Y ahora quieren hacerlo obligatorio para los médicos: aprender a la fuerza en la Universidad como matar fetos y luego, en el ejercicio profesional, si por la (¿maldita?) libertad de conciencia no quiere, apuntarse a la fuerza en una lista negra.

Cómo la inmensa mayoría de los médicos no practica abortos sería más fácil registrar a los partidarios de practicar un aborto. Pero aquí no se trata de ser prácticos ni de ahorrar, sino de favorecer el aborto, familiarizar al especialista, porque los políticos son conscientes de que el ser humano es capaz de acostumbrarse a todo.

Además los médicos abortistas se han especializado en “sólo abortos” y es lógico: ¿qué mujer pondría la salud de su bebé, durante el embarazo y el parto, en manos de un médico que acaba de segar el cuello de otro bebé en la consulta de al lado? Una madre puede ser moderna, liberal, progresista y tolerante, pero no será estúpida.

Si quieren enseñar como se hace un aborto, para que los futuros médicos lo vean, Internet ofrece un amplio material didáctico. Ponga esas palabras (como se hace un aborto) en el buscador de Youtube, o más fácil haga clic en la imagen de la izquierda. Quizá las webs de los ministerios de Igualdad, Sanidad, Justicia y Presidencia podrían enlazar estos interesantes videos dentro de su política de acercamiento a los ciudadanos.

Un efecto colateral de esta propuesta es que favorecerá el engaño, algo típico en normas totalitarias. Esta reforma, apoyada por políticos de IU y ERC que conocen de primera mano el comunismo, tendrá un efecto similar a lo que pasa en Cuba, donde el Estado hace como que paga y el empleado hace como que trabaja. Pues lo mismo: los profesores que se oponen al aborto harán como que lo enseñan, los alumnos harán como que lo aprenden, se les dará a todos por sabida esa parte, y seguirán estudiando lo que salva vidas, no lo que las elimina.

P.S. Pongo esta viñeta de El País, que se puede aplicar al aborto; a nadie se obliga a abortar, salvo al abortado.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Con la revolución sexual, más vulnerables e irresponsables



George Akerlof, profesor de la Universidad de Berkeley y Premio Nobel de Economía dice que la revolución sexual y la legalización del aborto han hecho más vulnerable a la mujer y más irresponsable al hombre en cuanto a sus responsabilidades paternas.

En Aceprensa se recogen las declaraciones del economista que ha estado en Madrid para presentar su nuevo libro. Akerlof es uno de esos economistas que se arriesgan a analizar en términos económicos fenómenos sociales que otros ven exclusivamente bajo un prisma ideológico. Así, son célebres sus estudios realizados en 1996 y 1998, en los que concluía que la revolución sexual y la legalización del aborto habían hecho más vulnerable a la mujer y más irresponsable al hombre en cuanto a sus responsabilidades paternas. Poco después, en vez de desterrarle al ostracismo, le dieron el Nobel de Economía. En declaraciones hechas a El Mundo (edición en papel), 21-11-09, el economista estadounidense ha resumido así las conclusiones de aquellos estudios:
“Por un lado está la liberación sexual. Por otro, el aborto. Ambos han dado a las mujeres una capacidad de decisión mucho mayor sobre la reproducción, así que en los casos de embarazos no deseados los hombres tienden a mantenerse al margen del cuidado de los hijos, porque los ven como una decisión que han tomado sus compañeras. Eso se ha traducido en una explosión de madres solteras en EE.UU. y, por tanto, en una mayor vulnerabilidad de la mujer”
Akerlof se limita a explicar las consecuencias de la revolución sexual sobre el tipo de relaciones entre hombre y mujer. La mujer era más libre de elegir la maternidad, pero se ha encontrado en una posición más vulnerable para hacerse cargo del hijo sin meterse a recomendar restricciones legales al aborto. Sin embargo aporta un dato frecuentemente se omite, quizá porque contradice la visión frívola de la revolución sexual que se nos ha vendido en las últimas decadas.