jueves, 12 de noviembre de 2015

Amabilidad de un conductor de autobús

Últimamente he tenido más oportunidad de ir en los autobuses urbanos de la Rober. Siempre he admirado a la gente que atiende al público por la paciencia que requiere adaptarse al carácter imprevisible de los usuarios. Por eso me he fijado hoy en la reacción de un conductor de la línea SN1 cuando iba desde el Salón a la Estación de Autobuses y me he llevado una agradable sorpresa. He visto responder con serenidad a muchas personas, algunas de ellas mayores, que preguntan si ese autobús para en el Clínico o en la Estación; dudas que incluso planteaban a pesar de haber un cartel con letras grandes en el frontal del coche, y que obtienen un sí amable cuando yo esperaba un "¿Es que no lo ve?" de auténtica MF granadina. O el caso de una persona que llega corriendo a la parada, la espera y en vez de subir, pregunta dudas sobre otra línea diferente y obtiene respuesta del conductor y de otros pasajeros que dan su opinión sobre lo que se plantea. Podría añadir más detalles pequeños: no quejarse de otros coches que dificultan el paso, de un ciclista que conduce inseguro por el carril del autobús, etc. Todas estas cosas retrasaban un poco al autobús y por mi impaciencia me temía que llegaría tarde a la Estación. Quizá por ese motivo he sido más sensible a valorar, por contraste, esos detalles de paciencia.

Seguro que hay personas que en estas mismas circunstancias han tenido experiencias negativas pero me parece que recordar que hay gente amable es muy oportuno en un tiempo en el que se lleva más la queja y venden más las malas noticias. Pero es que además, el buen ejemplo nos recuerda que es posible hacer las cosas bien y tira de nosotros hacia arriba. Sonreír, ser amable, llevar con paciencia los pequeños defectos de los demás, entra dentro de esa lógica de la gratuidad de la que habla el Papa Francisco. Es gratis pero cuesta y por eso lo agradecemos.
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Añadido 15.XI: hoy sale en Ideal: