jueves, 7 de septiembre de 2017

La decisión de Sophie ante el accidente de Cedric

Soy 

Soy Sophie, tengo 41 años, tengo 4 hijos, el mayor tiene 10 años y el menor, 3. Estoy casada con Cedric desde hace 15 años, casi 16. Soy arquitecto de interiores, trabajé durante bastantes años, y hace poco dejé de hacerlo para ocuparme de mi familia, de mis hijos y de Cedric.

Cedric y yo nos casamos en 1997. Tuvo un accidente en bicicleta ocho meses después de la boda. Estuvo mucho tiempo hospitalizado, varios meses en coma. Su despertar fue muy lento. Al cabo de seis años pudimos tener a nuestro primer hijo. Ahora somos padres de una familia numerosa.

Soy cooperadora del Opus Dei desde hace tres o cuatro años. Conozco la Obra desde los 16 años. Cuando me tuve que preparar para la Confirmación, una numeraria del Opus Dei me propuso, — mejor dicho, fui yo quien se lo pedí— una sólida formación sobre los siete sacramentos. ¡Me acuerdo muy bien de todo lo que descubrí!

Cuando me decían que Cristo había muerto en la Cruz, para mí era algo precioso, pero un poco metafórico, algo poético, ¡muy bello! Pero fue realmente gracias al Opus Dei que descubrí que Cristo nos ha rescatado de nuestras faltas, comprendí el sentido del sufrimiento, el sentido de la prueba… Todo lo que no se decía en las clases de catecismo en mi colegio.

Y eso fue lo que a la adolescente que yo era le llegó al corazón. Me dije: ¡OK! , esto va en serio, no son pájaros que vuelan… ¡Estoy en el mejor de los mundos! Aquí se toman en serio las cosas. Eso es el Opus Dei, eso es san Josemaría, su fundador, y eso son los libros que ha escrito, con un espíritu peculiar, que me encanta. Siendo exigente, es también muy suave. “Camino", ese pequeño librito, me hizo mucha compañía durante el accidente de Cedric y también después. También a él, esas frasecitas tan cortas le han ayudado mucho, porque al no tener mucha memoria, no puede seguir textos muy largos.

A mí hay una frase que me acompaña siempre:"Haz lo que debes y está en lo que haces" o, al revés: "Está en lo que haces y haz lo que debes"...Bueno, no recuerdo cuál es el orden original, pero el caso es que a mí me ha llenado siempre, porque con un accidente como el de mi marido uno tiende a proyectarse, a dar muchas vueltas a las cosas, a pensar en situaciones que no llegarán nunca a dejarse llevar por problemas del pasado, y a estar rara vez en el momento presente:así que esa frase me ha ayudado mucho.

Cuando tuvo lugar el accidente, yo tenía 25 años y mi marido, 30. No lo comprendí. No casaba con el principio de nuestra historia. Yo no había vivido ningún tipo de drama: eso solo les ocurría a los demás. Y, de sopetón, ¡se me vino encima! Cuando se despertó, descubrieron poco a poco que tenía graves problemas de memoria. No se acordaba de nuestra boda, se acordaba...¡No se acordaba de nada! Se le había borrado todo el año anterior a la boda.

Así las cosas, la asistente social me dijo:"Tiene usted 25 años, toda la vida por delante, su esposo se puede quedar en estado vegetativo crónico, su vida con él será difícil. Está usted a tiempo de enfocar bien las cosas. Si quiere usted marcharse, ahora es el momento!"

Frente a eso, me dije sin dudar:" ¡Ni hablar de abandonarlo! Cedric es mi marido, Me casé con él y ahora tiene un traumatismo craniano. Me corresponde estar cerca de él". Incluso si me rebelaba un poco, que fue lo que me pasó, enseguida comprendía que era estéril. Podía rebelarme, pero me daba cuenta de que las consecuencias serían la tristeza, la rabia… y eso me iba a destruir. O bien, podía aceptar las cosas, aunque no llegara a entenderlas todas. Y aquí fue donde me ayudó la fe, el saber que un día lo entendería, ya que, en cualquier caso, Dios es Amor. Y si Dios permitía todo eso, era en pro de un bien mayor, que me tocaría ir descubriendo. Era como un voto de confianza. Y aquí estamos, 15 años después del accidente.

Mi marido ha ido progresando siempre, nunca ha retrocedido. Estamos en una escuela de realismo, en donde aprendemos que hay cosas que no llegará a hacer nunca, nunca podrá andar solo: eso se sabe. Pero en el día a día, como la casa ha sido adaptada para él, hace bastantes cosas: en la cocina, es él quien recoge, quien coloca todo en el lavaplatos; también pone la mesa y se encarga de los niños. Pueden jugar juntos, compartir cosas.

¡Pero no diría que todo es color de rosa! Hay veces...en las que él también se rebela, a veces está harto. Hay que pasar por esos altibajos. Me digo siempre que las lágrimas no matan, que nos hacen mucho bien. Por muy hombre que sea, tiene derecho a llorar. Y yo igual, con todo y con la fe, soy peleona;pero cuando lloro, lloro a mis anchas, y me permito llorar.

¡Hay que pensar que nada es grave! ¡Nada es grave! , ¡todo pasa! Nuestro hijos son maduros, están bien consigo mismos, no tengo problemas con eso. ¡A ellos también hay que armarlos frente a la mirada de los demás! Porque nuestra situación es molesta:en una sociedad donde el niño es el rey y hay que arroparlo, tener un hijo con un marido discapacitado y darle un padre discapacitado puede resultar escandaloso a algunas personas.

Pero nosotros sabemos que lo importante es el amor compartido y que Cedric tiene de sobras para ser un buen padre. Pero eso se ve en el día a día, no está escrito en su frente, no se ve por la calle. San Josemaría hablaba a menudo de lo pequeños que somos frente a todo esto:no se puede entender todo, pero en la humildad, cuando reconocemos nuestra flaqueza, Dios puede intervenir de verdad para ayudarnos. La gracia de Dios es poderosa, ¡así es! y puede desarrollarse si reconocemos nuestra flaqueza.

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