Yo quiero ser inglés, decía Antonio Burgos cuando los islamistas radicales atentaron en Londres el 7-J y aquello no fue un motivo para que gobierno y oposición se liaran a palos, con un síndrome de Estocolmo corporativo y nacional.
Ahora que tres ministros del gobierno laborista de Gordon Brown, han decidido votar en contra de una ley que propone su mismo gobierno, sin irse del Gobierno y sin que de momento, les echen, yo también quiero ser inglés. La noticia la comenta con mucho acierto Juan José García Noblejas en su blog
El motivo de su oposición (quieren votar en contra, no sólo abstenerse) es que está en juego con esa ley la investigación con embriones, la adopción de hijos por parejas homosexuales y la experimentación entre seres humanos y animales.
Los tres disidentes, Des Browne, secretario de Defensa; Ruth Kelly, secretaria de Transporte, y Paul Murphy, secretario para Gales han puesto por delante sus convicciones éticas y políticas. Además son católicos, y si resultan congruentes –dice Rafael Serrano en Aceprensa- con su religión, es señal de que ellos no acostumbran defender ideas incompatibles, como la generalidad de las personas en su sano juicio; pero eso no convierte en creencias religiosas a las convicciones mismas. Al menos con respecto a los embriones, los tres coinciden no solo con la autoridad de su Iglesia, sino también con Jürgen Habermas, sin que ello les valga el ingreso automático en la Escuela de Frankfurt. (...) De nuevo, la vieja cuestión de Dios y el César: de nuevo malentendida. ¿Son -además- realmente excéntricos quienes están más atentos a su conciencia que a lo políticamente correcto y al "qué dirán" los periódicos?
En homenaje a los ingleses sin complejos, pongo esta escena musical con la Canción titulada "He is an Englishman" de la película "Carros de Fuego" (Chariots of Fire)
1 comentario:
Santiago, perdona por el retraso, pero no había localizado esta referencia de tu blog sobre lo dicho en Scriptor. Muy bueno lo que dices. Un crodial saludo, JJ
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