viernes, 13 de enero de 2017
Millenials: educación, tecnología, impaciencia y entorno laboral (video de Simon Sinek)
Transcripción (parcial) de un vídeo entrevista de 15 minutos a Simón Sinek
Millennials en el lugar de trabajo Transcripción del vídeo https://youtu.be/JZqDUpaGZrk
Humm ¿cual es la cuestión de millennial? Aparentemente los “Millennials” como generación, es un grupo de gente que nació aproximadamente en 1984 y siguientes.
Son difíciles de manejar, se les acusa de creerse con derechos, narcisos, egoístas, sin foco, perezosos, pero creerse con derechos es lo principal Y porque confunden demasiado el liderazgo.
Lo que pasa es que los líderes les están preguntando a los millennials
“¿Qué queréis?”
Y los millennials responden:
Queremos trabajar en un lugar con un propósito. Me encanta.
Queremos generar “Impacto” lo que sea que eso signifique.
Queremos comida gratis y puffs.
Cuando logran un trabajo con propósito, mucha comida gratis y muchos puffs, y aún así por alguna razón, todavía no son felices.
Y es porque hay una pieza que falta. Y puedo dividirlo en cuatro piezas, cuatro cosas o características: la primera es la educación, otra es tecnología, la tercera es impaciencia y la cuarta es el entorno.
1. Educación
Muchos de a los que llamamos millennials crecieron sujetos a (no son mis palabras) estrategias fallidas de educación. Donde por ejemplo, les dijeron que eran especiales. Todo el tiempo. Les dijeron que tendrían todo lo que quisieran en la vida, sólo por quererlo. Algunos recibieron galardones no porque lo merecieran sino porque sus padres se quejaron y muchos recibieron la mejor nota porque los profesores no se querían enfrentar a los padres. Algunos obtuvieron medallas de participación, les dieron una medalla por llegar de últimos. La ciencia que tenemos es muy clara, eso devalúa el valor de la medalla y la recompensa de aquellos que trabajaron duro para conseguirla. Y hace que la persona que llegó la última se avergüence porque no la merecían y eso lo hace sentir peor. Si miras a este grupo de personas, ves se gradúan, obtienen un trabajo y entonces caen en el mundo real. Y en un instante se dan cuenta de que no son especiales, que su mamá no puede conseguirles un ascenso. No te dan nada por llegar de último y a propósito, no tendrás todo lo que deseas solo por quererlo. En un instante su la imagen que se han hecho de sí mismos se viene abajo. Tienes una generación entera que crece con menor autoestima que las anteriores.
El otro problema que lo complica es que crecemos en un mundo de Facebook e Instagram. En otras palabras somos muy buenos poniéndole filtro a las cosas. Somos buenos mostrándole a la gente que la vida es asombrosa así esté deprimido. Todos tiene la apariencia de tipos duros y seguros de sí mismos, como si lo supieran todo. Y la realidad es que hay muy poca fortaleza y muy pocos lo saben todo.
Cuando alguien mayor pregunta ¿Qué podemos hacer?
Ellos dicen— ¡Esto es lo que tienes que hacer!
Y realmente no tienen ni idea. Así que tenemos toda una generación entera creciendo con una autoestima baja. Y esto no es culpa de ellos. Les ha tocado una mala situación.
2. Tecnología
Ahora añadamos tecnología. Sabemos que la interacción con las redes sociales y nuestros celulares libera un químico en el cerebro llamado dopamina. Por eso cuando recibes un mensaje, te sientes bien. Todos lo hemos sentido. Cuando estamos un poco tristes o solos que enviamos mensajes a amigos, hola, hola, hola. Porque uno se siente bien cuando le responden. Por eso contamos los likes, por eso volvemos veces a ver que está pasando. Mi instagram está subiendo lento, ¿hice algo mal? ¿no les gusto? El trauma para los chicos de ser eliminados de amigos.
Porque sabes que cuando lo logras, sientes una dosis de dopamina y se siente bien. Por eso nos gusta por eso volvemos a hacerlo. Dopamina es el mismo químico que nos hace sentir bien cuando fumamos, cuando bebemos o cuando apostamos. En otras palabras el altamente adictivo. Tenemos restricciones de edad para fumar, apostar y alcohol. Y no tenemos restricciones de edad para redes sociales ni celulares, lo que es equivalente a abrir la licorera y decirle a los adolescentes, —Mira aquí, si la adolescencia te pone triste. Eso es básicamente lo que pasa: una generación entera que tiene acceso a un adictivo, adormecedor químico llamado Dopamina a través de las redes sociales y celulares durante el alto estrés de la adolescencia. Porque es esto importante: casi todos los alcohólicos descubre el alcohol en la adolescencia.
Cuando somos pequeños la única aprobación que necesitamos es la de nuestro padres. Mientras pasamos a la adolescencia hacemos esta transición donde necesitamos la aprobación de nuestros semejantes. Muy frustrante para los padres, muy importante para nosotros porque nos permite culturizarnos afuera de nuestras familias hacía tribus externas. Es un período altamente estresante y ansioso de nuestras vidas. Y se supone que aprendamos a apoyarnos en nuestros amigos. Algunas personas por accidente descubren el alcohol y los efectos tranquilizantes de la dopamina que les ayuda a sobrellevar el estrés y ansiedad de la adolescencia. Por desgracia eso queda programado en sus cerebros y por el resto de sus vidas. Cuando sufren un estrés importante, no acudirán a una persona, acudirán a la botella. Estrés social, estrés financiero, estrés profesional son las razones principales por las que un alcohólico bebe. Lo que pasa es que permitimos acceso ilimitado a estos aparatos y redes productores de dopamina que los están programando y lo que vemos cuando crecen es que muchos chicos no saben cómo formar relaciones profundas ni significativas. Son sus palabras, no las mías. Admitirán que muchas de sus amistades son superficiales, admitirán que no cuentan con sus amigos, se divierten con ellos, pero saben que ellos les cambiarán de plan si aparece algo más interesante. No hay relaciones profundas porque nunca practicaron las habilidades necesarias y peor aún.no tienen los mecanismos para lidiar con el estrés. Cuando aparece algún estrés importante en sus vidas no acudirán a una persona, acuden a un aparato, acuden a las redes sociales. Acuden a estas cosas que les ofrecen alivio temporal.
La ciencia demuestra que la gente que pasa más tiempo en Facebook sufre índices más altos de depresión que quienes pasan menos tiempo. En estas cosas hay que lograr la medida, el equilibrio: el alcohol no es malo, pero mucho alcohol sí es malo. Apostar es divertido, pero apostar mucho es peligroso. No hay nada malo con las redes sociales ni los móviles, es la falta de medida. Si estás cenando con tus amigos y mandas mensajes a alguien que no está ahí, eso es un problema, es una adicción.
Si estás en una reunión con gente que supuestamente deberías estar escuchando y hablando. y pones tu teléfono sobre la mesa, boca arriba o boca abajo, no me interesa, estás enviando un mensaje inconsciente a todos: “En este momento vosotros no sois tan importantes para mi” Y el hecho de que no puedas poner el móvil lejos es porque eres un adicto. Si te levantas y miras tu móvil antes de decir buenos días a tu pareja, tienes una adicción. Y como toda adicción con el tiempo, destruirá relaciones, costará tiempo, costará dinero, y hará tu vida peor.
Toda una generación está creciendo con baja autoestima. No tienen los mecanismos de supervivencia para lidiar con el estrés.
3. Impaciencia
Ahora añádele la sensación de impaciencia. Crecieron en un mundo de recompensa instantánea.
¿Quieres comprar algo? vas a Amazon y llega al siguiente día.
¿Quieres ver una película? Accede y mira la película, no tienes que ver las horas de las películas.
¿Quieres ver una serie de TV? ¡Bam! Ni siquiera tienes que esperar cada semana. Conozco gente que se salta temporadas enteras, solo para poder ver la serie al final. Recompensa instantánea.
¿Quieres salir con alguien? Ni siquiera tienes que aprender a ser… hey! No tienes que aprender ni practicar esa habilidad, no tienes que estar en ese mundo incomodo donde ella dice si y significa no, no significa sí. Solo desliza y ¡bing! soy un galán. No tienes que aprender los mecanismos sociales de supervivencia. Todo lo que quieres lo puedes tener instantáneamente. ¡Todo lo que quieras!
Recompensa instantánea, excepto en satisfacción laboral y en fortaleza en las relaciones humanas: No existe un app para eso; son procesos lentos, serpenteantes, incómodos y desordenados. Me sigo encontrando estos chicos maravillosos, fantásticos, idealistas, trabajadores e inteligentes que se acaban de graduar.
Apenas empezando en un trabajo, me siento con ellos y les pregunto
—¿Como va todo?
Y ellos dicen
—Creo que voy a renunciar.
Y pregunto
—¿Por qué?
Ellos dicen —No estoy logrando un impacto.
— ¡Pero si llevas aquí sólo ocho meses!
Es como si se pararan al frente de una montaña y tienen este concepto abstracto llamado impacto que quieren tener en el mundo. Eso es la cumbre, lo que no ven es la montaña. No me importa si subes la montaña rápido o lento, pero sigue habiendo una montaña que subir. Lo que tiene que aprender esta joven generación es paciencia, que ciertas cosas, las que de verdad importan, como el amor, el éxito laboral, la alegría, el amor por la vida, la auto estima… Cualquiera de estas cosas toma tiempo, y aunque algunas veces puedes avanzar rápido en ciertos tramos, el viaje completo es arduo, largo y difícil. Y si no buscas ayuda y aprendes las habilidades, te caerás de la montaña.
El peor de los casos (que ya lo estamos viendo) es el incremento en porcentajes de suicidios entre gente joven, vemos el incremento de muertes accidentales debido a sobredosis de drogas. Hay mas y mas chicos abandonar la escuela o tomar pausas largas debido a depresión. Inaudito. Esto es bastante malo.
El mejor de los casos es que tendrás un sector entero de población creciendo y yendo por la vida sin encontrar nunca alegría. Nunca encontrarán realización profunda en su trabajo o en la vida. Pasarán por la vida diciendo que todo está bien.
— ¿Como va el trabajo?
— Está bien, igual que ayer.
— ¿Como va tu relación?
— Bien
Ese es el mejor escenario posible.
4. Entorno
Lo que me lleva al cuarto punto que es el ambiente, el entorno.
A este grupo de chicos sorprendentes y fantásticos a los que les ha tocado esta mala situación -no es su culpa- los estamos colocando en ambientes corporativos donde importan más los números que los chicos. Importan más las ganancias a corto plazo que las vidas a largo plazo de estos jóvenes. Importa más este año que toda una vida. Los ponemos en ambientes corporativos que no les están ayudando a construir confianza, que no les están ayudando a aprender habilidades de cooperación; no les ayudan a superar los desafíos del mundo digital y encontrar un equilibrio, hacer las cosas con medida. No les ayuda a superar la necesidad de tener recompensa instantánea. Y enseñarles la felicidad, el impacto y la realización que obtienes trabajando duro por mucho tiempo en algo que no se puede lograr en un mes ni en un año. Los metemos en ambientes corporativos y la peor parte es que ellos creen que es su culpa. Estoy aquí para decirles que no son ellos los culpables sino las corporaciones. Es el ambiente corporativo, la falta total de buen liderazgo en el mundo hoy lo que les está haciendo sentir así. Lamento decirlo pero es responsabilidad de las compañías.
— Siento que te haya tocado a tí, pero no teníamos otra opción.
Ojalá la sociedad y los padres hubieran hecho una mejor labor pero no.
Ahora los metemos en las compañías y recogemos la flojera. Tenemos que trabajar muy duro para encontrar las maneras de construir su confianza, tenemos que trabajar mucho para encontrar formas de enseñarles las habilidades sociales que les faltan.
No debería haber móviles en las salas de reuniones. Ni tampoco sentarse afuera para mandar mensajes, cuando estas esperando a que una reunión comience. Esto es lo que hacemos, nos sentamos así y esperamos a que la reunión comience.
- Ah ¿Comenzó la reunión? Vale.
Así no es como se estrechan relaciones humanas. Son las “pequeñas cosas” de las que antes hablábamos. Las relaciones se forman de esta manera, mientras esperamos a que empiece la reunión nos ponemos a hablar, por ejemplo:
— ¿Cómo está tu padre? He oído que estaba en el hospital.
— Está mucho mejor, gracias por preguntar, ya está en casa.
— Oh me alegra.
— Sí, es fantástico. Nos asustamos mucho.
Así se forman las relaciones
— Hola, ¿tienes ya preparado el informe?
— Oh no lo he hecho aún.
— Yo te puedo ayudar.
— ¿En serio?
Así es como se crea la confianza. La confianza no se forma por una acción, en un día; ni siquiera los malos momentos no se forman inmediatamente. Es fruto de una constancia lenta y permanente. Tenemos que crear mecanismos en donde permitamos que esas pequeñas interacciones sucedan.
Pero cuando permitimos móviles en las salas de reuniones simplemente, Vale, tengo mi reunión. Y mi situación favorita es cuando estás hablando con uno y miras tu móvil y cuando suena y ves quien es, le dices al que está contigo:
— "No voy a contestar”
¡Vaya con el señor magnánimo!.
Cuando voy a cenar con mis amigos, dejamos los móviles en casa. Tal vez uno traiga su móvil por si tenemos que pedir un Uber o tomar una foto de nuestra comida.
—Bien, da igual, soy un idealista pero no estoy loco.
Es como un alcohólico, la razón por la que quitamos el alcohol de la casa es porque no podemos confiar en el poder de nuestra voluntad. No somos lo suficientemente fuertes, pero cuando quitas la tentación, es todo más fácil. Pero cuando dices, no mires tu teléfono, la gente dirá que sí pero luego irá al baño y ¿que es lo primero que hacemos? Miramos el teléfono porque no queremos mirar el restaurante por unos minutos.
Pero si no tienes el teléfono, simplemente disfrutas el mundo. Ahí es donde pasan las ideas, las constantes interacciones no es donde tienes innovación e ideas. Las ideas pasan cuando nuestras mentes divagan. Cuando ves algo y dices — apuesto que puedo hacer eso. Eso se llama innovación. Estamos perdiendo esos pequeños momentos.
Nadie debería cargar su teléfono al lado de la cama, deberíamos cargar nuestros teléfonos en la sala, así quitamos las tentaciones. Si te levantas en medio de la noche sin poder dormir, no verás tu teléfono, eso te empeoraría. Si está en la sala, estás relajado, todo va bien. Alguno dirá: ¡No puedo, es mi reloj despertador! Bien, pues cómprate un reloj despertador. Cuestan 8 dólares. Yo te compro uno.
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