Sólo se habla de la cultura del esfuerzo cuando PP y PSOE discuten de modelo educativo. Por eso, un amigo mío que no tiene simpatía al PP, cada vez que oye esa frase, se pone a la defensiva. Sin embargo, el problema es mucho más extenso y afecta a la raíz de la crisis.
Decía un intelectual en el pasado siglo:
“la crisis de nuestro tiempo depende principalmente del hecho de que se nos quiere hacer creer que se puede llegar a ser hombres sin el dominio de sí, sin la paciencia de la renuncia y la fatiga de la superación, que no es necesario el sacrificio de mantener los compromisos aceptados, ni el esfuerzo para sufrir con paciencia la tensión de lo que se debería ser y lo que efectivamente se es”.
La crisis sólo la arreglamos entre todos, dice una campaña para subir el optimismo. Hasta ahí, de acuerdo. Pero la campaña, que parece dirigida a un público adulto, debería pensar también en las generaciones jóvenes. Y podría hablar más de autodominio, de paciencia en la renuncia, de que la superación cansa, de que es necesario el sacrificio para cumplir lo pactado y de que sólo se mejora con esfuerzo.
El gobierno debe mostrar con hechos que lo que vale, cuesta. Porque cualquiera sabe que esto no se consigue a base de campañas. Sin embargo, llevamos años oyendo prometer el país de Nunca Jamas. La nueva legislación abortista es un ejemplo más.
¿Estás embarazada? Tranquila, en el país de Nunca Jamas no sufrimos. Vente al hospital y te lo quitamos.
¿Qué tienes 16 años y vas a sufrir si mamá se entera? ¿Y qué? ¿Pero no te he dicho que estamos en el país de Nunca Jamas y aquí no hay dolor?
¿Que los obispos acuerdan una campaña con una empresa: "Es un tú en tí"? Pues se quita unilateralmente, que nadie sufra por pensar, menudo abuso: hala, a seguir disfrutando de Nunca Jamás.
Lo dicho: Inculcar con hechos el autodominio, una superación con sacrificio, el sentido del deber y la mejora con esfuerzo.
¡Feliz Jornada por la Vida!
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