sábado, 29 de abril de 2017

CUANDO EL BIENESTAR ASFIXIA

Sin un esfuerzo positivo por tener un estilo de vida sobrio es casi inevitable acabar atados a los bienes materiales e incapaces de abrir nuestro espíritu a Dios y a los demás. El Beato Álvaro del Portillo solía decir que las sociedades ricas sufrían una “asfixia de bienestar”. Si estamos demasiado pendientes de las cosas materiales no queda hueco ni para Dios ni para los otros. Y no tenemos oídos para Dios porque es a los pobres a los que se les anuncia el Evangelio (cfr. San Lucas 7, 19-23) Este olvido de Dios en momentos de éxito y gran desarrollo no es una novedad, en el Deuteronomio 8, 7-18, cuando el pueblo elegido se prepara para entrar en la tierra prometida oye esta precaución de Dios: “Guárdate de olvidar a Yahveh tu Dios descuidando los mandamientos, normas y preceptos que yo te prescribo hoy; no sea que cuando comas y quedes harto, cuando construyas hermosas casas y vivas en ellas, cuando se multipliquen tus vacadas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten todos tus bienes, tu corazón se engría y olvides a Yahveh tu Dios que te sacó del país de Egipto, de la casa de servidumbre; (...) acuérdate de Yahveh tu Dios, que es el que te da la fuerza para crear la prosperidad, cumpliendo así la alianza que bajo juramento prometió a tus padres, como lo hace hoy”

No hay comentarios: