sábado, 29 de abril de 2017

TRATA A TODOS COMO A PRÍNCIPES Y ASÍ DARÁN LO MEJOR DE SÍ MISMOS

Ernst Jünger* en su obra «Sobre los acantilados de mármol» (Barcelona, 2008) presenta a un personaje cuya norma de vida nos resulta inspiradora. Otón trataba a todos los seres humanos que se le acercasen «como hallazgos raros descubiertos en una caminata. Le gustaba calificar a los humanos de “optimates”, palabra con la cual quería indicar que a todos es preciso contarlos entre la nobleza genuina de este mundo y que cada uno de ellos puede obsequiarnos con las dádivas más excelsas. Tomaba a los seres humanos como si fueran vasijas de lo maravilloso y a todos les reconocía derechos de príncipes, como a imágenes excelsas. Y realmente yo veía cómo todas las personas que se acercaban a él se abrían cual plantas que despertasen de un sueño invernal; y no es que se hicieran mejores, sino que se hacían más ellas mismas” (*) Jünger en sus 103 años de vida, vivió dos guerras mundiales, se opuso activamente al nazismo, recibió el premio Goethe como mejor escritor de la lengua alemana. Entregó su vida, pocos meses después de su conversión a la fe católica, el 17 de febrero de 1988.

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