sábado, 29 de abril de 2017
CONOCERSE: EN FAMILIA SOMOS MÁS AUTÉNTICOS
Un consejo que escuché en la Universidad es que si alguien quería saber cómo era realmente un amigo o una amiga, tenía que averiguar, discretamente, a través de sus hermanos, que viven con él a diario, para saber cómo se desenvuelve en casa. Es lógico, con los que convivimos es más fácil ser uno mismo, y puede ser más heroico vivir la caridad habitualmente.
He recordado esto al releer este fragmento de Los hermanos Karamazov de Fedor Dostoievski:
“Amo a la Humanidad; pero, para gran sorpresa mía, cuanto más amo a la Humanidad en general, menos amo a la gente en particular, como individuos. Más de una vez he soñado con pasión servir a la humanidad y quizás hubiera subido al calvario verdaderamente por mis semejantes, si hubiera hecho falta; pero no puedo vivir con una persona dos días seguidos en la misma habitación, lo sé por experiencia. En cuanto siento a alguien cerca de mí, su personalidad oprime mi amor propio y estorba mi libertad. En veinticuatro horas puedo cogerle manía a la mejor persona: al uno porque se queda demasiado tiempo a la mesa, al otro porque está resfriado y no hace más que estornudar”
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