sábado, 29 de abril de 2017
SANTOS CON ANTECEDENTES PENALES
“NINGÚN PECADO ES DEMASIADO GRANDE: una miseria finita, por muy enorme que sea, podrá siempre ser cubierta por una misericordia infinita.
NI TAMPOCO NUNCA ES DEMASIADO TARDE: Dios no sólo se llama Padre, sino Padre del hijo pródigo, que nos divisa cuando aún estamos lejos, que se enternece y, corriendo, viene a arrojarse a nuestro cuello y a besarnos tiernamente.
Y NO DEBE HACERNOS TEMER UN PASADO QUIZÁ BORRASCOSO. Las borrascas que fueron males en el pasado se convierten en bienes en el presente si nos impulsan a poner remedio, a cambiar; se convierten en una joya si se ofrecen a Dios para procurarle el consuelo de perdonarlas
El Evangelio recuerda entre los antepasados de Jesús a cuatro mujeres, de las cuales tres no fueron muy recomendables: Rahab había sido una mujer pública; Thamar había tenido a su hijo Phares de su suegro Judas, y Betsabé había cometido adulterio con David. ¡Misterio de humildad que estas parientes hayan sido aceptadas por Cristo, que hayan sido incluidas en su genealogía, pero también —opino— un medio, en manos de Dios, para infundimos confianza: podéis llegar a ser santos, sea cual sea la historia de vuestra familia, el temperamento y la sangre heredada, vuestra situación pasada!”
Del libro “Ilustrísimos señores” del Cardenal Luciani que luego, sería el Papa Juan Pablo I (1978)
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