sábado, 29 de abril de 2017
CONTENTA CON SU GRAN NARIZ
Dios hace milagros cada día. Hay milagros que no llaman la atención. Se da un cambio en el interior de las personas, un cambio de actitud que lleva a aceptar y a amar lo que hay, como algo que es bueno porque es voluntad de Dios.
Hace ya unos cuantos años me contó un sacerdote que una chica había enviado una carta contando un milagro obtenido por intercesión de San Josemaría. Era una adolescente que estaba pasándolo mal porque le parecía que tenía una nariz demasiado grande. Y pedía con fe a Dios que le arreglara la nariz. Hasta que día ocurrió el milagro. ¿Se le había acortado la nariz? ¡No! ¡Se le habían quitado los complejos! Ese era el milagro del que quería dejar constancia. Empezó a aceptar y a amar la voluntad de Dios sobre el tamaño de su nariz.
Benedicto XVI lo explica muy bien en la encíclica Deus Caritas est n. 37: “El cristiano que reza no pretende cambiar los planes de Dios o corregir lo que Dios ha previsto. Busca más bien el encuentro con el Padre de Jesucristo, pidiendo que esté presente, con el consuelo de su Espíritu, en él y en su trabajo”
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