La felicidad que producen las victorias fáciles, la satisfacción plena de un deseo, el éxito, el sentirse plenamente atiborrado… ¡eso es sufrir! Ésa es la muerte espiritual, una especie de interminable indigestión moral [...] La gente no sabe por qué se esfuerza. Se agotan en la absurda persecución de bienes materiales y mueren sin darse cuenta de su riqueza espiritual
(Solzhenitsyn, El primer círculo)
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