lunes, 4 de febrero de 2008

Matar (dignamente)


Hace unos años, al escribir a un amigo en el aniversario de la muerte de su padre, víctima de un atentado terrorista, después de agradecérmelo, me hizo notar delicadamente, que más que la fecha de su muerte era la de su asesinato. El matiz tiene su importancia: no murió, le mataron.
Me he acordado de esto al oír hablar de una asociación que promueve la legalización de la eutanasia, que habla del derecho a morir dignamente. Morirse, se muere sólo; pero si a uno le dan una sustancia mortal, o le quitan la alimentación, no se puede decir tan sólo que ha muerto: le han matado, alguien le ha quitado la vida.
Con la maraña de información (y desinformación) hay que recordar lo obvio: No es lo mismo morir que ser matado. Como tampoco es igual morir dignamente que matar (según ellos, dignamente, por contar con su consentimiento, por lástima, por comodidad o por sanear las cuentas de la sanidad pública). Si empezamos por hablar con rigor, será más fácil entender cuando hablamos de quitar el encarnizamiento terapéutico –algo aceptado por todas las culturas- y cuando de eutanasia.

Publicado en ABC, 1-11-2006

No hay comentarios: